José Manuel Balmaceda Fernández fue Presidente de Chile entre 1886 y 1891.
Inició su gobierno con un ambicioso plan de obras públicas y con el ideal político de unir a los liberales en un solo gran partido. Pero pronto inició un enfrentamiento con el congreso por la pugna entre presidencialismo y parlamentarismo, que se transformó en una Guerra Civil en 1891, tras aprobar Balmaceda el presupuesto de la nación sin la firma del Congreso. Derrotadas sus fuerzas en las Batallas de Concón y Placilla, se suicidó el 19 de septiembre de 1891 en la legación argentina.
El día de su muerte, Balmaceda escribió una carta, la cual quedo para la posteridad.
Los invito a leer las líneas redactadas por el Presidente Balmaceda:
Carta de José Manuel Balmaceda a Claudio Vicuña y Julio Bañados. (Extracto)
“Mi vida pública ha concluido.
Debo por lo mismo a mis amigos y a mis conciudadanos la palabra íntima de mi experiencia y de mi convencimiento político.
Mientras subsista en Chile el gobierno parlamentario en el modo y forma que se ha querido practicar y tal como lo sostiene la revolución triunfante, no habrá libertad electoral, ni organización seria y constante de los partidos, ni paz entre los círculos del Congreso.
El triunfo y el sometimiento de los caídos producirán una inquietud momentánea; pero antes de mucho renacerán las viejas divisiones, las amarguras y los quebrantos morales para el jefe de estado.
El régimen parlamentario ha triunfado en los campos de batalla pero ésta victoria no prevalecerá. O el estudio, el convencimiento y el patriotismo abren camino tranquilo y razonable a la reforma y la organización del gobierno representativo o muchos disturbios y dolorosas perturbaciones habrán de producirse entre los mismos que han hecho la revolución unidos, y que mantienen la unión para el afianzamiento del triunfo, pero que al fin concluirán por dividirse o por chocarse. Éstas eventualidades están más que en la índole y en el espíritu de los hombres, en la naturaleza de los principios que hoy triunfan y en la fuerza de las cosas.
Éste es el destino de Chile, y ojalá las crueles experiencias del pasado y los sacrificios de las reformas hagan fructuosa la organización del nuevo gobierno, seria y estable la constitución de los partidos políticos, libre e independiente la vida y el funcionamiento de los poderes públicos y sosegada y activa la elaboración común del progreso de la República.
Si nuestra bandera, encarnación del gobierno del pueblo verdaderamente republicano, ha caído plegada y ensangrentada en los campos de batalla, será levantada de nuevo en tiempo no lejano, con defensores numerosos y más afortunados que nosotros, y flameará un día para honra de las instituciones chilenas y para dicha de mi patria a la que he amado sobre toda las cosas de la vida”.
José Manuel Balmaceda 18.09.1891
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